6. Juan José López Ibor, Estilos de vivir y modos de enfermar, Ateneo,  Madrid, 1954. "El hombre no se mueve solamente por el principio utilitario, sino por otros distintos, e interpretar la vida humana o la vida de la sociedad, apoyándose en una dinámica económica, es renunciar a comprenderla" (10). "Freud cometió el mismo pecado de Marx. Quiso reducir el hombre a las formas puramente instintivas, y el pensamiento del hombre alcanza, indudablemente, áreas y sectores más amplios" (12). "Las ideas tienen una fuerza operacional sobre el hombre, mayor o menor, no según su rigor lógico, sino según su poder seductor" (13). "Para el hombre actual yo diría que su estado de ánimo es una forma primaria y morbosa de religiosidad. Y quizás aparece ahora, precisamente ahora, como puro estado de ánimo, porque se ha elaborado tras un largo proceso de corrosión de las creencias religiosas. Cuando no se tienen creencias religiosas y las creencias en los productos de la razón, instrumentados para sustituir a aquéllas, son insuficientes, ¿qué queda? Queda eso mismo: un contacto primordial entre el hombre y el mundo, en el que se siente envuelto por una niebla oscura, espesa y fría que le resulta hostil. Por eso se estremece y angustia" (18-19). "Si el hombre del Renacimiento se medía por la virtú y el de la época caballeresca por el honor, el hombre moderno se mide por la eficacia. He aquí unas palabras mágicas para nuestro tiempo: eficacia, trabajo, rendimiento. A los hijos se les educa no en la santidad, sino en la religión del trabajo" (24)."En todo humor o estado de ánimo se halla incluída la temporalidad vivida por el sujeto. En la tristeza, la perspectiva del pasado se dilata y se carga. Existe una inflación del pasado. En la angustia, todo el tiempo se contrae al momento presente y sólo aparece la posibilidad de que en aquel momento el sujeto pueda perder el control. En el miedo angustioso es el futuro el que se muestra amenazador. La forma normal de la amenaza del futuro es la preocupación" (31). "El hombre moderno tiene una ética negativa: la planificación de la vida, la seguridad mediante el aparato burocrático, y esto conduce fatalmente a reducir la atmósfera personal al ámbito de la intimidad. El hombre enferma entonces de su misma soledad: al menor disturbio de sus planos vitales se provoca una inflación interna, que es la angustia, la enfermedad del hombre que, como Gaspar Hauser, no sabe de dónde viene y a dónde va" (33). "El éxito de la esquizofrenia coincidió con el éxito de las nuevas manifestaciones artísticas, de la pintura abstracta, del superrealismo y de tantas otras muestras de cómo el hombre quiere de nuevo encontrar su fuente vital en la pura subjetividad, que, cuando quiere mostrarse tan pura, se enferma (35).

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