Homo productor

El homo productor es una versión posindustrial del homo habilis, esto es, del esclavo.  El homo habilis es un instrumento, una mano de obra, de la que no importa el quién sino el qué.
Porque en cualquier reflexión sobre el trabajo humano hay que considerar el quién (el que trabaja) y el qué (la actividad desarrollada).
¿Qué es más relevante: quién trabaja o qué trabaja?
En el caso del esclavo, lo que cuenta es, indudablemente, el qué. Podemos denominar homo habilis al esclavo porque este es contemplado sub specie habilitatis: qué puede hacer, qué sabe hacer, qué produce, cuánto produce, a qué velocidad. Cuanto más hábil, más eficaz, más productivo: mejor, en definitiva. En la entrada de un campo de concentración la selección se realiza en función de la presunta habilidad. Si es hábil, vale; si no es hábil, no vale.
Toda teoría y praxis laboral en la que prime el qué sobre el quién, es, en la medida en que le corresponda, una teoría y praxis esclavista.
El ser humano no esclavo es el homo sapiens, esto es, el hombre o la mujer, a secas. El ser humano es un ser cognoscente, con un tipo de conocimiento que le permite, no solo elegir, sino elegirse -dentro de unos límites-: crear.
De modo que el hombre no es solo un cuerpo físico, un transportador de piedras, un ejecutor de instrucciones, un impulsador de mecanismos, un mero instrumento, una pieza de engranaje, una cadena de montaje.
El trabajo del homo sapiens exige que posea cierto margen de creatividad, de libertad; lo que no implica que no se someta a normas... Solo las mentes mediocres analizan los problemas de manera bipolar: o blanco o negro, o esclavo o caprichoso...
Tratar a un trabajador como persona quiere decir valorar no solo su producción, su eficacia, su rendimiento, sino también su dignidad y su crecimiento personal. Porque resulta que el ser humano, a diferencia de la máquina y del animal, puede crecer en sapiencia, libertad y emotividad.
"Trabajar bien", "trabajar mejor" trasluce, a mi modo de ver, una antropología más respetuosa con la dignidad humana que "producir más", "ser más productivo", modos de hablar que huelen a maquinismo, a mecanización, a cadena de producción.
Es evidente que una empresa debe rendir económicamente, porque de lo contrario se hunde. Es evidente que para que una empresa rinda económicamente sus trabajadores han de procurar trabajar bien y mucho.
Pero hay tres elementos en juego: personas, trabajo y capital. Y entre ellos hay, necesariamente, una relación, una valoración que se plasma, sobre todo, en la dirección de la empresa. ¿Prima el capital sobre el trabajo, y el trabajo sobre la persona? ¿Prima la persona sobre el trabajo, y el trabajo sobre el capital?
El punto neurálgico es el trabajo.
El trabajo puede considerarse como instrumento de producción, como causa de rendimiento económico; y el trabajador, por tanto, sería causa instrumental, motor de un trabajo mecánico, máquina que forma parte de un engranaje.
O bien, el trabajo puede considerarse:
a) obra humana y, por tanto, una acción creativa. (Una máquina no puede ser creativa).
b) obra con ethos, digna o indigna, dignificadora o (in)dignificadora de quien la hace y de quien se beneficia de ella.
c) obra que produce resultados: bienes intangibles o tangibles.

Toda filosofía laboral y económica que excluya de sus consideraciones el binomio dignidad personal / trabajo es reduccionista, incompleta, perjudicial, inepta.
Toda filosofía laboral y económica donde prime la dimensión objetiva (la producción) sobre la subjetiva (la dignidad irrenunciable y potencialmente creciente del sujeto) es una filosofía laboral y económica de corte esclavista.

Los difusores de este neoesclavismo suelen poseer ciertos rasgos comunes:

-se presentan bien aseados y trajeados
-en su curriculum aparece un master de alto coste
-Estados Unidos es su referente (allí han estudiado, lo frecuentan, citan sus autores, libros y empresas).
-castigan el castellano con abundantes anglicismos (testear, coaching, low cost, paper...).
-disertan con excesiva velocidad (otro ritmo conllevaría más reflexión en quien habla y daría lugar a más reflexión en quienes escuchan). Su rapidez es icono de la velocidad que desean imprimir a la producción de su auditorio.
-poseen una retórica mediocre (pueden repetir "a nivel de" hasta diez veces en una exposición de quince minutos).
-se basan en manuales de autoayuda de autores que si se hubieran tomado la molestia de conocer mínimamente historia de la filosofía, nos habrían ahorrado sus conclusiones mostrencas.




 

Comentarios

  1. Todo el objetivo de la cultura de los MBA en lo que a RRHH se refiere es liberar el potencial creativo de los trabajadores, no tratarles como meros productores. En los MBA se habla mucho del trato personal al trabajador para obtener lo máximo de él. Los "coaching" que mencionas, por ejemplo van por ahí. Esa descripción que has hecho del "homo productor" está desfasada. Criticas que usen anglicismos y citen libros americanos. Supongo que es porque consideras la cultura hispánica muy superior a la anglicana ¿no? Cada uno tiene su opinión. No lo comparto. Sólo estoy de acuerdo con tu entrada en una cosa: es lamentable que usen tanto "a nivel de"... pero tampoco es para tanto.

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    Respuestas
    1. Caro Juanito: Liberar el potencial creativo suena bien. Pero una charla en la que se insiste únicamente en producir más, y con más rapidez, no va en esa línea; pero no creo que sean homogéneos todos los máster ni todos los profesores. Caería en el pensamiento débil, cuyo principal método cognitivo es el análisis bipolar.
      Calificar de "desfasada" mi descripción no es crítica consistente: hay que argumentar si es correcta o incorrecta, con independencia de la fase lunar en que fue proclamada.
      No considero superior la cultura hispánica a la anglosajona, pero coincido con George Steiner en esto: "No hay nada que amenace a Eu­ropa más radicalmente —«en las raíces»— que la de­tergente marea de lo angloamericano, una marea que aumenta geométricamente, y los valores uniformes y la imagen del mundo que ese “esperanto” devorador trae consigo". (George Steiner: La idea de Europa, Siruela, Madrid, 2008, 73).
      La filosofía es siempre crítica. El manual de autoayuda y los discursitos neoliberales son muy pobres.

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