Del argumento al tema

Toda obra posee un argumento. Y, tras el argumento, hay unos temas.
El argumento es concreto, el tema es abstracto.


El argumento es propio de cada obra; el tema es universalizable.
Los temas permiten una mayor retroalimentación de la lectura, compatible con el goce estético.
Delectare y prodesse.

Quizás el lector no ha matado a una vieja, como Raskolnikov, pero puede entender el sentido de culpa.
Quizás el lector no ha amado, como Sonia, a un condenado por asesinato, pero puede entender que el amor va más allá que los méritos del amado.
Quizás no ha sido un ludópata del juego, pero sí posee otras adicciones...
Quizás no se ha enamorado de una estatua, pero en nuestros amores, la distinción entre ficción y realidad no es siempre clara.

Por eso, salir de la caverna del argumento en búsqueda del tema supone ejercitarno en el arte del conocimiento.

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