Violencia de género y sexo-zoología

En primer lugar hay que abordar el concepto de violencia.
El ser humano, personalmente, puede ser violento. La violencia no es un efecto exclusivamente social. De fábrica el hombre nace con tendencia al mal en general y a la violencia en particular.
El hombre tiende al mal pero no es malo. También tiende al bien.
Se puede y se debe combatir la violencia. No se puede eliminar la violencia por dos razones:

a)      el hombre es débil
b)      el hombre es libre

Eliminar el mal a toda costa es una de las definiciones del totalitarismo. El totalitarismo es, en sí, un acto de violencia.

Si encierro a un hombre, no matará, no robará, no violará. Pero encerrarlo es un acto de violencia, un atentado contra la libertad.

Roussonianos, hegelianos, marxianos… creen que los cambios estructurales eliminan los males sociales, porque ignoran que el mal anida en el corazón de cada hombre.

Raíz de la violencia es desligarse del creador, Dios.
La siguiente raíz es desligarse de los progenitores, los padres.
La principal violencia es matar al prójimo. Por eso las religiones y tradiciones sapienciales proclaman: “no matarás”.
Se puede matar de diversas maneras.
Maltratar es malo, pero matar es peor.
Denunciar el maltrato sin denunciar el asesinato es incoherente.

Violencia de género.
El hombre no es un género, sino una persona.
La violencia anida en hombres y mujeres.
Que la violencia masculina se manifieste con frecuencia en violencia física no significa:

a)      que la violencia física sea la única violencia
b)      que los hombres sean más violentos per se que las mujeres

Es obvio que el maltrato de un hombre a una mujer con la que mantiene una relación afectiva es execrable: debe ser denunciado y combatido.
Pero la ideología de género es sesgada, reduccionista, engañosa. ¿Por qué?
a)      porque no denuncia el aborto, principal violencia machista contra la mujer, a la par que infanticidio.
b)      Porque no dice la verdad: la mayor parte de los actos extremos de violencia se producen en relaciones no protegidas por el derecho, es decir, en relaciones afectivo-sexuales en las que la inteligencia y la voluntad no han intervenido en un compromiso.

Es decir, las relaciones “de hecho” son más propicias a la violencia que las “de derecho”, y las razones son claras:

a)      el hombre es un ser racional, libre y emocional. Cualquier teoría o praxis humana que excluya alguna de estas dimensiones será deficitaria.
b)      El hombre es un ser pasional: posee pulsiones fácilmente incontrolables. Prescindir de la razón y la voluntad como aurigas de las emociones es una aventura sin retorno.
c)      Fomentar la sexualidad en contextos poco humanos, que prescinden de la razón y de la voluntad, incrementa la fuente de conflictos, como se demuestra tácticamente.


El divorcio fomenta la poligamia. La poligamia es campo abonado para la instintividad, para una relación sexozoológica entre hombres y mujeres.
"Violencia de género" supone un análisis marxista, en que el macho es el dominante de la hembra, como el amo lo era del esclavo o el señor del siervo. En la dialéctica hombre-mujer, el hombre es el malo, lo cual es falso como generalización.
"Violencia doméstica" es un nombre más correcto, porque se alude a una violencia que se produce en el ámbito de la casa, en un espacio privado.
Hay que combatir la violencia doméstica situando el problema en su contexto adecuado. La demolición del matrimonio en que llevan trabajando desde hace decenios libertarios-capitalistas y socialistas-estatalistas no es un marco protector de nadie.
Las relaciones afectivo-sexuales entre hombres y mujeres se han situado, con el divorcio, en un escenario de pillaje; con la contracepción en un escenario de compra-venta; y con el aborto en un escenario de infanticidio. Divorcio, contracepción y aborto son concausas de la violencia contra la mujer, que se transforma en un objeto de uso y disfrute, un cuerpo lúdico sin compromiso. 
 


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